Inversión clave en el agro: genética bovina y riego entran al juego del régimen de incentivos

El agro argentino está viendo una ventana de oportunidad que podría cambiar parte del escenario productivo. Un proyecto de ley recientemente presentado ante el Congreso propone extender los beneficios del régimen de inversiones (junto al RIGI) hacia las pymes del sector agropecuario, incluyendo inversiones en genética bovina de alta calidad y sistemas de riego. ¿De qué se trata? ¿Realmente supondría una mejora? A continuación, desglosamos qué implica esto para la ganadería, qué promete y qué hay que monitorear.

¿Qué propone el régimen de inversiones en el agro?

El proyecto contempla que las inversiones en genética bovina —aquellas que involucren hembras bajo registro de raza o toros de pedigree o control de calidad— y las inversiones en riego, eficiencia energética o mallas antigranizo queden dentro de los bienes computables para los incentivos del régimen. Además, una parte clave: para los bienes vinculados a riego o eficiencia, el proyecto menciona que no necesitarán cumplir los mínimos de inversión que aplican en otros casos.

Por otro lado, el régimen sigue en proceso de aprobación —no está completamente reglamentado. Eso implica que los requisitos finales, los montos mínimos por categoría o sector, los plazos y los beneficios concretos pueden cambiar antes de que quede firme. Esta incertidumbre exige que los interesados estén atentos al texto final cuando se publique y al reglamento aplicable.

También es importante identificar que los beneficios no están garantizados per se: la empresa o productor deberá cumplir con requisitos técnicos, de registro o de calidad para que la genética sea considerada “genética superior”; lo mismo puede pasar con los equipos de riego o instalaciones: calidad, condiciones de instalación y uso pueden entrar en juego.

¿Y para el productor ganadero, qué significa?

A nivel productivo, la incorporación de incentivos para la compra de genética bovina puede tener un impacto significativo sobre la eficiencia y la calidad de los rodeos nacionales. La reposición con toros y hembras de genética superior podría elevar la homogeneidad del plantel, por lo cual es importante considerar los índices de fertilidad y la tasa de destete, variables que repercuten directamente en la productividad por vientre. En el mediano plazo, la difusión de biotipos con mejor rendimiento carnicero y mayor eficiencia alimenticia podría contribuir a una mejora estructural de la competitividad ganadera. Por supuesto, estos cambios deberían ir acompañados de un conjunto de medidas complementarias, pero no menos importantes: la nutrición.

La inclusión del riego como rubro promovido también representa una oportunidad relevante para sistemas de cría, recría e invernada. En regiones con alta variabilidad climática, la posibilidad de ampliar o estabilizar la producción forrajera mediante riego permite sostener la carga animal y reducir los baches de alimentación que condicionan la reproducción. Además, el uso más eficiente del agua y la energía puede consolidar estrategias de intensificación sustentable, donde la productividad se incremente sin comprometer la base de recursos.

En conjunto, las medidas contempladas por el régimen podrían contribuir a una ganadería más previsible, con mejor aprovechamiento del potencial genético y forrajero disponible, y con una menor exposición a los factores climáticos que tradicionalmente limitan la producción.

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