Encefalomielitis equina: el calor vuelve a encender las alertas

Con la llegada de la primavera, la combinación de calor, humedad y lluvias intermitentes vuelve a generar el ambiente perfecto para la proliferación de mosquitos. Lo que muchos asocian únicamente con picaduras molestas o noches incómodas, en realidad representa un riesgo sanitario de gran magnitud: la reaparición de la encefalomielitis equina (EE), una enfermedad viral que afecta principalmente a los caballos, pero que también puede impactar en la salud humana.

Durante el brote de 2023, Argentina enfrentó una de las situaciones epidemiológicas más serias de las últimas décadas. Se confirmaron miles de casos en equinos en distintas provincias —desde Buenos Aires y Santa Fe hasta Córdoba y Corrientes—, y se reportaron contagios humanos en zonas rurales y periurbanas. Fue la primera vez en muchos años que la población tomó real conciencia del alcance de esta enfermedad, que había permanecido casi olvidada desde la década del noventa.

Qué se sabe de los nuevos casos de encefalomielitis equina

Con la llegada de la primavera, la combinación de calor, humedad y lluvias intermitentes vuelve a generar el ambiente perfecto para la proliferación de mosquitos. Lo que muchos asocian únicamente con picaduras molestas o noches incómodas, en realidad representa un riesgo sanitario de gran magnitud: la reaparición de la encefalomielitis equina (EE), una enfermedad viral que afecta principalmente a los caballos, pero que también puede impactar en la salud humana.

Durante el brote registrado en 2023, Argentina atravesó una de las crisis sanitarias más importantes de los últimos tiempos vinculadas a enfermedades equinas. Se notificaron miles de casos en caballos en múltiples provincias —desde Buenos Aires y Santa Fe hasta Córdoba y Corrientes— y también se confirmaron infecciones en humanos, tanto en áreas rurales como periurbanas.

Después de décadas sin brotes de magnitud, la encefalomielitis equina volvió a instalarse en la agenda pública. Las imágenes de animales con síntomas neurológicos, sumadas a los comunicados de alerta de las autoridades sanitarias, devolvieron a la sociedad una realidad que muchos creían superada: el virus nunca desapareció, solo había permanecido en silencio.

El virus, transmitido por mosquitos del género Culex, ataca el sistema nervioso central de los animales. Los síntomas suelen comenzar con:

  • Fiebre
  • Decaimiento
  • Movimientos descoordinados
  • Temblores
  • Parálisis
  • Muerte

Los caballos que logran sobrevivir pueden quedar con secuelas neurológicas permanentes que afectan su desempeño deportivo y productivo. En los humanos, si bien los cuadros son menos frecuentes, la enfermedad puede presentarse con fiebre, dolor de cabeza intenso y, en situaciones severas, encefalitis.

Hoy, con temperaturas promedio más altas que las de años anteriores y un régimen de lluvias irregular que deja charcos y zonas de agua estancada, las condiciones para un nuevo ciclo de transmisión del virus vuelven a estar dadas. La expansión de áreas verdes urbanas y la falta de control en basurales también favorecen la reproducción del mosquito. Los especialistas advierten que, si la vacunación no se realiza a tiempo y el control de vectores se descuida, el país podría enfrentar un rebrote con consecuencias similares o incluso más graves que las del año pasado.

Más allá de los caballos

Aunque la enfermedad se asocia principalmente a los equinos, las infecciones humanas —aunque raras— son posibles y cada vez menos excepcionales. En las personas, el virus se transmite de forma indirecta, a través de la picadura del mosquito infectado, y puede provocar desde un cuadro leve con fiebre, dolor de cabeza y malestar general hasta una encefalitis severa. En esos casos, la inflamación del cerebro puede dejar secuelas neurológicas permanentes, como pérdida de coordinación o alteraciones cognitivas.

Durante el brote de 2023 se confirmaron varios contagios humanos en el país, sobre todo en regiones rurales donde la convivencia con equinos es estrecha. Este antecedente encendió las alarmas en el sistema sanitario, que hoy considera a la encefalomielitis equina un problema de salud pública y no solo veterinario.

El control del mosquito y la vacunación animal siguen siendo las dos herramientas fundamentales para cortar la cadena de transmisión. Pero los expertos también insisten en la necesidad de mantener una vigilancia epidemiológica constante, ya que la circulación viral puede reactivarse incluso en zonas donde no hay caballos enfermos.

La importancia de anticiparse

La experiencia del año pasado dejó una enseñanza clara: esperar a que aparezcan los primeros casos es llegar tarde. La vacunación debe completarse antes del aumento sostenido de la temperatura, y los establecimientos rurales necesitan revisar sus rutinas de manejo: eliminar agua estancada, desmalezar zonas húmedas y mantener una comunicación directa con veterinarios y organismos sanitarios.

El costo de una dosis es mínimo comparado con las pérdidas que puede generar un brote: animales muertos, restricciones sanitarias y el impacto económico sobre la cadena productiva.


La encefalomielitis equina no es una amenaza nueva, pero sí una que se adapta con facilidad a un entorno cambiante. En un país donde el clima extremo se vuelve cada vez más frecuente, la prevención debe pensarse como parte de la gestión productiva, no como una respuesta de emergencia.

El calor y la humedad no solo anuncian el verano: también son el recordatorio de que los virus siguen ahí, esperando su momento.

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