En una empresa ganadera, así como en cualquier otra actividad, su rentabilidad depende en gran medida de la toma de decisiones. Algunas pueden ser conscientes, mientras que otras no tanto. Pero si lo que deseamos es aumentar su margen de utilidades, debemos comenzar a adoptar un rol más activo y buscar estrategias que sean realmente efectivas.
En este artículo, el equipo de Reporte Ganadero entrevistó a Gastón Rinaldi Berger, especialista en costos y director de proyectos en San Edmundo Pampeano, quien comparte los principales indicadores y decisiones de manejo productivo que recomienda para mejorar la rentabilidad y transformar una empresa ganadera en un negocio sostenible.
Indicadores económicos importantes rentabilidad de la empresa ganadera
Según Rinaldi Berger, como regla general, es necesario generar la mayor productividad con los animales que se dispone en el stock del momento.
“Hoy las reglas de juego implican que no es esperable saltos de precios pronunciados, entonces ser eficiente con los recursos con los que se cuenta es fundamental”
Asimismo, aclaró que la rentabilidad no depende únicamente del uso de insumos. Si bien éstos pueden ofrecer buenos resultados, es la mejora de los procesos lo que realmente puede marcar la diferencia. Por ejemplo, si bien la inversión en suplementos, o genética puede aportar mejoras, la optimización de procesos —como ajustar la carga animal o planificar los servicios— permite obtener resultados superiores sin incrementar los costos en insumos.
Según la experiencia de Rinaldi, el impacto en los márgenes de ganancia también depende en gran medida de la etapa productiva. En recría e invernada, los precios de compra y venta son determinantes:
“Una mala gestión comercial-financiera es difícil de compensar tranqueras adentro”
En el caso de la cría, el costo de la alimentación —que incluye tanto al campo como a los suplementos— representa el factor principal. Además, si consideramos que la vaca es la base para expandir la ganadería fuera de la zona núcleo, la genética y el biotipo cobran un papel central.
Sin embargo, también advierte que trasladar animales seleccionados únicamente por desempeño en corrales hacia campos marginales de baja calidad forrajera suele arrojar resultados pobres, ya que gran parte de la preñez “entra por la boca”. En todos los sistemas, subraya, una correcta sanidad y una buena alimentación son la base de cualquier planteo exitoso.

Esquema Animal-Ambiente-Producto

¿Se puede reducir costos sin comprometer la eficiencia del rodeo?
Reducir costos, muchas veces, también significa resignar prácticas y herramientas que podrían aumentar la producción o mejorar su calidad. No obstante, Rinaldi Berger advierte que el enfoque debe ser distinto:
“Los animales son el motor de la producción, y el verdadero insumo es el forraje“
Bajo esta mirada, la clave está en adecuar la categoría, el biotipo o incluso la raza de los animales al tipo de forraje disponible y a las condiciones específicas de cada campo. Por ejemplo, en un establecimiento con pastizales de baja calidad nutricional, optar por un biotipo más rústico y adaptado a estas condiciones puede marcar una gran diferencia en los resultados productivos. Animales seleccionados de manera apropiada logran transformar una mayor cantidad de kilos de materia seca en carne, aprovechando mejor los recursos del campo y reduciendo pérdidas energéticas. Esto no solo mejora la eficiencia en términos de conversión alimenticia, sino que también contribuye a una gestión más sostenible y económica del rodeo, maximizando los kilos de carne producidos por hectárea y optimizando el rendimiento global de la explotación.
Además, sostiene que es fundamental tener bien definido el objetivo de la empresa ganadera: no es lo mismo planificar para vender terneros al destete que para comercializar animales terminados destinados al consumo interno o la exportación.
Al fin y al cabo, toda venta responde a la fórmula “precio por cantidad” (PxQ), donde ambos factores varían según qué se produce, cuándo se vende y hacia qué mercado se apunta. Armar el negocio productivamente en función de estas variables es lo que, en definitiva, determina un buen resultado económico.
Los errores más comunes de la empresa ganadera
Rinaldi Berger destaca que la principal falencia es la falta de un horizonte definido.
“El primer paso es establecer con precisión los objetivos, y recién después diseñar la estructura productiva en función del campo y los recursos disponibles”, explica.
Comprender los mercados a los que se quiere llegar también es clave, ya que permite anticipar —o al menos entender— la variable de mayor peso: el precio de venta.
Un desacierto habitual, ejemplifica, es apostar por genética pensada para un excelente desempeño en corrales, cuando en realidad la empresa comercializa terneros al destete. O bien elegir biotipos de madurez tardía y frame grande, cuando el objetivo es terminar animales livianos de 350 kilos.
“Crecer o invertir implica evaluar la capacidad de repago de la actividad; no alcanza solo con un buen planteo productivo, también es necesario un análisis económico serio”, advierte.
En este sentido, subraya que la ganadería, especialmente en sus primeros eslabones, aún tiene pendiente profesionalizarse como empresa en toda su dimensión.
Cómo influye el contexto de baja de retenciones
Respecto a la baja de retenciones, el especialista considera que siempre es bienvenida una reducción de interferencias en los precios.
“Los valores del mercado son el reflejo de las acciones y expectativas de cada eslabón de la cadena de ganados y carnes. Las retenciones introducen un ‘ruido’ que distorsiona la información con la que toman decisiones los distintos actores”
Desde su mirada, la clave está en cómo impacta esto en lo productivo y lo económico. Gran parte de las ineficiencias y malos resultados de las empresas ganaderas se explican por adoptar una actitud defensiva frente al riesgo precio. No son pocos los casos de explotaciones con alto potencial para recría o invernada que, tras atravesar períodos de precios desfavorables, mutaron hacia planteos de cría o ciclo completo, aun cuando productivamente podían ser muy eficientes. Por eso, cualquier medida que aporte previsibilidad y transparencia en el largo plazo es positiva para el sector. Este desajuste entre el potencial genético de los animales y los objetivos productivos genera ineficiencias, incrementa costos innecesarios y puede limitar la rentabilidad, ya que no se aprovecha de manera óptima el forraje disponible ni se ajusta la producción a la demanda del mercado.
En cuanto a los riesgos, advierte que un contexto de mayor estabilidad obliga a mirar hacia adentro de la empresa:
“Cuando el precio deja de ser tan incierto, aflora la necesidad de enfocarse en la gestión y la eficiencia productiva. Eso expone ineficiencias que antes quedaban enmascaradas”
Un ejemplo claro es la vaca consumiendo pasturas de alta calidad que podrían destinarse a engorde: una práctica que, aunque hoy pueda mostrar cierta rentabilidad en la cría debido a la escasez de terneros, a la larga deriva en malos resultados económicos.
En definitiva, para Rinaldi Berger lo central no es tanto el costo de la alimentación o el valor del ternero, sino la estabilidad. Solo con reglas claras y previsibles se pueden tomar decisiones de fondo que apunten a una mayor eficiencia productiva y económica.



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